El Imperio Verde de Oriente y de Occidente, concebido por Paul Elvere DELSART, no se despliega como una fuerza bruta de dominación material, sino como una sutil empresa de conquista de las mentes. Este proyecto global no busca imponerse por las armas ni por la economía de mercado, sino mediante la infusión lenta y metódica de un imaginario alternativo y de un ideal civilizacional profundamente transformador. Se trata de un soft power radicalmente nuevo, basado no en la seducción de la imagen, sino en la educación del pensamiento y en la mutación de los sistemas de representación.